MARATONISTAS insufribles ---> por Toto Aguerrevere


“El maratón es como el ratón: insufrible solo que en más cantidad.”
– Proverbio maracucho.

Últimamente me ha crecido una barriga por la cual no me disculpo. Entre la caña y las arepas, cuesta plata mantener una lipa. Pero ya ha llegado un punto en el que no me puedo ver los pies cuando me baño por lo cual he decidido que es hora de comenzar a hacer ejercicio. No es mi pasatiempo favorito del mundo pero tampoco quiero ser el hombre que tiene cinco meses en estado.

Como no me gustan los gimnasios, trotar ha sido mi mejor opción. Correr es un ejercicio chévere debo decir. A menos de que te persiga un doberman pues, ahí es como necesario. El problema es que para el momento en que me doy cuenta de lo fuera de forma que estoy, he corrido demasiado lejos del carro. Pedro Penzini nos mintió con sus consejos. No había que darle una vuelta al parque sino a una parada de taxis. Por si acaso nos arrepentíamos. Como más sensata la cosa.

Por eso es que no entiendo a los maratonistas. ¿No se han dado cuenta de que ahora todo el mundo entrena para un maratón? Yo tengo mínimo diez amigos que lo único que hacen es correr maratones dentro y fuera del país. Son el Modelo de Naciones Unidas de la carrera plana. No los juzgo pues debe ser todo un reto. Pero ¿entrenar para correr 42 kilómetros en un solo día? La única forma que yo corra esa distancia es si me dicen que el último Ni-Ni vive en esa calle.

Mi gran problema con los maratonistas es que son echones con su entrenamiento. Sin importar el tema de la conversación en la mesa, siempre encuentran la forma de hablar sobre el maratón. Mencionan su rutina de dieta más veces que una Miss en entrevista de radio y hablan sobre zapatos de tenis como quien habla de tetas. Yo por mi usaría los zapatos con rueditas en la suela. Llegaría como más rápido a la meta.

Lo otro que me molesta de mis panas maratonistas es que están llenos de excusas lo cual le quita lo divertido a tenerlos como amigos. Una invitación para caerse a palos siempre es rechazada con un “Men, me encantaría pero no puedo. Mañana corro con Johnny a las cuatro.” Johnny es el entrenador. Johhny es Dios. Si una excusa de un maratonista no comienza con “Johnny dice”, el cuento está mal echado.

Y eso es solo el comienzo de su entrenamiento. Después viene su exposición de relaciones públicas a través de las redes sociales. Quien otrora ponía una foto de perfil de si mismo empinando una botella de ron, ahora pone una donde se rocía una botella de Gatorade en la cara. Quien antes usaba el Twitter para comentar sobre la rumba en la que estaba, ahora lo usa para poner mensajes de “yo quiero, yo puedo, yo voy.” Son más cursis que leer a Paulo Coelho en una caminadora.

Más de una vez me he acostado amanecido de una fiesta y ya leo a mis amigos arrancando para el maratón de turno. Luego en la tarde les escribo para ver cómo les fue. Lo único que me contestan es que Johnny el entrenador les dijo que mejoraron en un 300%. “Aja ¿pero que te ganaste?” les pregunto. “Nada -me dicen- solo que mejoré mi tiempo.” ¿O sea que uno corre un maratón para mejorar su tiempo únicamente? ¿Dónde está el trofeo? ¿La beca tipo Forrest Gump? ¿La ciudadanía automática de la Republica de Kenia?

Si es cuestión de recortar tiempo, creo que hacen falta incentivos para ganar la carrera. Si yo fuera Johnny, les daría a todos un iPhone y les pondría un choro detrás para que vean lo que es correr. Además en las tres horas que se tardan también podrían hacer algo más. Tipo correr mientras arman carpetas CADIVI o pitar con un megáfono a los pavosaurios que insisten en usar shorts tipo tanga. Pasar tantas horas corriendo solamente es como para pasarles por al lado con un Segway comiéndose un Bati Bati para que vean lo que es ahorro de tiempo.
 
Yo mientras tanto doy mi vuelta rebaja lipa por el parque sin echonerías ni excusas. En algún momento mis amigos maratonistas volverán a la normalidad. Gracias a su diosa Nike, la temporada de carreras no es todos los meses y sé que pronto vendrán a mi casa para emprender el único maratón que verdaderamente vale la pena: sentarse a ver El Señor de los Anillos sin que se te duerman las piernas. ¡Eso sí es un deporte serio!

Toto Aguerrevere – @totoaguerrevere

No hay comentarios:

Publicar un comentario